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En la Semana Santa de 2017, los responsables del Begoña, equipo del barrio bilbaíno junto a la basílica del mismo nombre, se enteraron de que uno de los jugadores del equipo juvenil, Álvaro Djaló, madrileño de Vallecas, se había marchado sin permiso a hacer una prueba en varios equipos portugueses. Había dicho en el club que aprovechaba las vacaciones para irse a cuidar a su abuela, pero pasaron dos semanas y no apareció. Lo detectaron en Instagram, donde había colgado fotos en los campos de entrenamiento del Benfica.
El presidente del Begoña alertó entonces al Athletic, del que es club convenido, y en Lezama les dijeron que no conocían al jugador, al que nadie había hecho un seguimiento, ni siquiera dos clubes como el Santutxu y el Danok Bat, que comparten instalaciones con el Begoña, y que habían fichado a unos cuantos jugadores del equipo blanquiazul, que había ganado el año anterior la Liga y la Copa vizcaínas de juveniles con Djaló en sus filas. El futbolista no pasó la prueba del Benfica ni tampoco la del Sporting de Portugal, pero no se desanimó y decidió hacerse otra con el Braga, el equipo que finalmente decidió ficharlo y en el que triunfa. Ha jugado la Champions, ha marcado cuatro goles en la máxima competición continental, uno de ellos al Real Madrid, y seis en la liga portuguesa, donde ha dado tres asistencias. Ahora, el Athletic ha decidido desembolsar 15 millones de euros y ya ha anunciado el acuerdo para su fichaje por cinco temporadas. Se incorporará al comienzo del próximo curso.
La aventura en Portugal le ha salido bien al futbolista madrileño de nacimiento, de origen guineano y criado en Bizkaia desde los cinco años. Es primo de otro futbolista de la plantilla rojiblanca, Adu Ares, juega de extremo, es rápido, habilidoso y tiene buena relación con el gol. Ha jugado la Champions y también la Liga Europa.
“Nunca he entendido que no le hicieran ninguna prueba en el Athletic”, apuntaba en una entrevista con El Correo, uno de los responsables de su formación en el Begoña, a donde llegó procedente del San Miguel de Basauri. No le llamaron y él decidió tomar las riendas de su futuro. Sin representante, jugando en un equipo modesto, viajó a Portugal por su cuenta y riesgo. Solo se lo había contado a algunos compañeros de su equipo, que le animaron, pero a la vez pensaban que se había vuelto loco. Regresó a Bilbao después de las pruebas. Su entrenador no le alineó, como castigo por su ausencia, en el último partido de Liga. Empataron y no ascendieron. Poco después recibió la respuesta positiva del Braga. Fue escalando en los equipos inferiores y en 2022 firmó un contrato profesional que le ligaba hasta 2027. Tenía una cláusula de rescisión de 20 millones de euros. La negociación con el Athletic ha rebajado esa cantidad, y en junio, Álvaro Djaló regresará a Bilbao. “Mi familia es de Guinea-Bissau, pero no conozco el país. A mí me gustaría jugar con España”, confiesa.
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