Los problemas se le acumulan a Boeing. El fabricante de aviones ha desvelado que el pasado jueves un empleado de su proveedor Spirit AeroSystems avisó a su jefe de que dos orificios en el fuselaje de aviones 737 Max no habían sido perforados exactamente según los requisitos de Boeing. El proveedor se lo trasladó al fabricante, que tendrá que realizar trabajos adicionales en unos 50 aviones, lo que puede retrasar algunas entregas.
“Aunque este problema potencial no es un problema inmediato de seguridad de vuelo y todos los 737 pueden seguir funcionando con seguridad, actualmente creemos que tendremos que realizar trabajos de reparación en unos 50 aviones no entregados”, señaló Stan Deal, el presidente y consejero delegado de Boeing Commercial Airplanes, la división de aviones comerciales del grupo, en un mensaje hecho público por la empresa.
Tanto las acciones de Boeing como las de Spirit AeroSystems han abierto este lunes a la baja tras la comunicación de Boeing de este domingo. “Aunque este problema podría retrasar algunas entregas de 737 a corto plazo, este es el único curso de acción dado nuestro compromiso de entregar aviones perfectos en todo momento. Los días que estamos reservando en el programa 737 darán tiempo a nuestros equipos para completar las inspecciones y, si es necesario, realizar los retoques necesarios”, añade Deal en su comunicado.
En su mensaje, el directivo de Boeing señala también que la compañía ha “dado instrucciones a un importante proveedor para que retenga los envíos hasta que todos los trabajos se hayan completado conforme a las especificaciones”. “Aunque este retraso en los envíos afectará a nuestro calendario de producción, mejorará la calidad y la estabilidad generales”, añade, sin aclarar de qué proveedor se trata.
Boeing está en modo crisis desde que un panel que cubre un hueco que en otras configuraciones se utiliza como puerta de emergencia se desprendió de un avión de Alaska Airlines, dejando un boquete en el fuselaje en pleno vuelo. Tras proceder a la inmovilización de la gran mayoría de los aparatos del modelo 737 Max 9, la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) abrió una investigación formal contra la compañía y luego anunció que sometía a auditoría el proceso productivo de Boeing, en un duro golpe para la empresa.
La compañía está tomando medidas para reforzar la calidad en el programa 737, entre ellas inspecciones adicionales en su fábrica y en los principales proveedores y una mayor supervisión por parte de las líneas aéreas. También decidió detener la producción del 737 durante un día para volver a centrar a sus empleados en la calidad. Además, Boeing ha designado a un experto externo para dirigir una evaluación independiente en profundidad del sistema de gestión de calidad.
El programa 737 sigue entregando aviones y su ritmo de producción es ahora de 38 al mes, aunque se puede ver frenado a corto plazo por el nuevo incidente. La autoridad aeronáutica de Estados unidos, la FAA, ha limitado la producción del 737 a los niveles actuales hasta que mejore la calidad y someter a una supervisión más estrecha todas las fábricas de Boeing.
Boeing cerró el pasado ejercicio con unas pérdidas de 2.222 millones de dólares (unos 2.050 millones de euros). Aunque se trata de números rojos, su cuantía es menos de la mitad que los 4.935 millones de dólares de pérdidas del año anterior. Para Boeing es su quinto año consecutivo de pérdidas. Desde los accidentes catastróficos del 737 Max de 2018 no ha levantado cabeza y cuando parecía a punto, se ha producido el nuevo incidente, aunque mucho menos grave que aquellos. La empresa ya sufrió pérdidas de 636 millones en 2019, que se agravaron hasta el récord de 11.873 millones de dólares en 2020. Con los resultados de 2023, ha perdido unos 23.800 millones de dólares en cinco años.
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