Lluc Crusellas, encumbrado como el mejor chocolatero del mundo —tras ganar la World Chocolate Master en 2022— está empeñado en convertir habas de cacao de alta calidad en un producto familiar y accesible. Así nació la marca Eukarya, nombre que proviene de las células que forman el cacao: las eucariotas. “Sentía que, tras ganar el certamen, tenía que llevar la cultura pastelera y chocolatera a la calle”, comparte el joven de 27 años.
En un obrador de 700 metros cuadrados que ha habilitado en Vic, capital de la comarca de Osona (Barcelona), Crusellas ha ideado hasta 45 elaboraciones con el cacao como ingrediente principal. Transforma el chocolate en tabletas, esféricos o cremas, y para Navidad ha lanzado una línea de turrones y panetones. Enfatiza que su intención es volver asequible un producto en su versión más prémium con precios que estén al alcance de muchos bolsillos. La tableta de chocolate más económica se vende a 3,90 euros en su página web y el producto más caro es una caja de veinte bombones que bordea los 31 euros.
Inició el negocio hace nueve meses con una inversión inicial de un millón de euros, a los que accedió a través de financiación y de la asociación con Pavic, una empresa pastelera catalana. Actualmente, cuenta con siete trabajadores en el área de producción y uno en la tienda localizada en la misma planta de Vic, que está abierta al público desde el 14 de noviembre. Varias de las elaboraciones que produce la marca también se distribuyen en Casa Atmetller y en las distintas tiendas fugaces (pop-up) que ocasionalmente abre en Barcelona o fuera del país, como en los centros comerciales Harrods, en Londres.
“Si la gente quiere probar un turrón de arroz hinchado con el fruto seco de más elevada calidad y después quiere comprar un turrón sencillo, simple y con mucha azúcar, que lo compre, pero que sepa primero lo que es bueno”, explica. Al mismo tiempo, anuncia que en enero tendrá cinco postres más en el catálogo que sustituirán los de Navidad. “Mi filosofía es hacer un producto que no sea complicado a nivel de sabor y que esté bien ejecutado”, precisa. La firma apuesta por las ventas en línea y mantiene que puede distribuir sus productos por toda Europa. Prevé facturar 600.000 euros para cerrar la temporada, aunque no espera percibir beneficios hasta el próximo ejercicio.
“Al final, una tableta de nueve euros no es accesible para el público general. Queremos que, por ejemplo, comprar bombones se convierta en una posibilidad de todos los días y no solo del fin de semana o para regalar”, concluye. Se despide y vuelve al trabajo. Su tiempo libre se lo dedica al ciclismo, donde admite haber encontrado la fuerza y la disciplina para llevar adelante el proyecto, que aún observa admirado por la rapidez con la que se ha levantado. “Ha sido una locura”, zanja.
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