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El Partido Laborista ha obtenido dos victorias históricas en las elecciones parciales de las circunscripiciones de Wellingborough y Kingswood. Los resultados conocidos en la madrugada de este viernes reflejan un vuelco espectacular a favor de la izquierda británica, y refuerzan la sensación general de que Keir Starmer puede ser el próximo ministro del Reino Unido cuando se celebren —previsiblemente, el próximo otoño— las elecciones generales.
Es habitual la celebración de mini elecciones a lo largo de la legislatura, para reemplazar aquellos diputados que hayan podido fallecer, que estén enfermos o —en la mayoría de los casos— que hayan dimitido o que el partido haya expulsado. Los dos casos que han propiciado los comicios de Wellinghborough y Kingswood tienen además una alta dosis de simbolismo. En la primera circunscripción, la causa que convocó las urnas fue la caída en desgracia de Peter Bone, un histórico conservador, férreo defensor del Brexit, acusado de abuso laboral y acoso sexual a un asesor parlamentario. En Kingswood, Chris Skidmore renunció a su escaño después del volantazo del Gobierno de Sunak en materia medioambiental, al otorgar nuevas licencias de extracción de gas y petróleo.
“La gente quiere un cambio”, ha celebrado el líder laborista Keir Starmer, al conocer las dos victorias de su partido. “Hemos regresado para servir a la ciudadanía, y trabajaremos de modo incansable para cumplir con nuestros compromisos”, añadía.
Las dos circunscripciones eran territorios de mayoría tradicionalmente conservadora. En el caso de Wellingborough, la candidata laborista, Gen Kitchen, se ha hecho con casi el 46% de los votos, frente al 24,6% de la conservadora Helen Harrison. Un vuelco del 28,5% (18.500 votos) respecto al resultado anterior. En Kingswood, el laborista Damien Egan ha obtenido el 44,9% frente al 34,9% del conservador Sam Bromiley.
El análisis general de los resultados señala dos factores igual de relevantes. En primer lugar, la victoria de los laboristas ha sido contundente, pero atemperada por una participación muy débil (en torno al 40%) y por la fragmentación del voto de la derecha.
La sombra de Nigel Farage
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En las dos votaciones, Reform UK (Partido de la Reforma), del que el histórico político populista defensor del Brexit, Nigel Farage, sigue siendo presidente honorario, ha obtenido un respaldo del 13% y del 10,4%. Ha recogido los votos de un electorado conservador que expresó en su día su descontento vital votando contra la UE y hoy lo hace votando contra la figura de Sunak y el deterioro de la calidad de vida en todo el país.
Y eso a pesar de que Reform UK no había volcado demasiado esfuerzo en estos comicios parciales. “Los resultados demuestran que han pasado a ser un contendiente a considerar, después de quedar terceros en ambas plazas”, ha señalado el analista electoral John Curtice, una de las voces más respetadas en la materia, en la BBC. “Hay una batalla en marcha por los votos de aquellos electores descontentos con el Partido Conservador, y Reform UK ha puesto ya el listón de sus posibilidades”, ha señalado Curtice.
Los datos, contra Sunak
Lo que da de sí una semana en política. El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, intentaba el lunes enderezar la grave situación interna de su formación con acusaciones cruzadas de antisemitismo y un par de candidatos expulsados. El jueves, sin embargo, el foco se giraba hacia Rishi Sunak y sus promesas de mejora económica, después de conocerse que el Reino Unido había entrado en recesión técnica a finales de 2023.
Los resultados de las elecciones parciales, por muy descontados que estuvieran por parte de los tories, acrecientan la sensación de que el calendario se agota, y Sunak va a ser incapaz de dar la vuelta a la derrota electoral anunciada por todas las encuestas.
“Todavía no estamos fuera del peligro, llevamos dos años muy complicados como país, pero estamos avanzando en todos los objetivos a los que se comprometió el Gobierno”, ha dicho Sunak, en una comparecencia para intentar salvar la cara ante una derrota incontestable. “Hemos reducido a la mitad la inflación, la economía superó el año pasado las expectativas y la deuda pública está en una senda descendente; además hemos recortado el número de inmigrantes ilegales que llegan al país, y las listas de espera de la sanidad se han reducido”, defendía el primer ministro.
Los dirigentes conservadores han admitido que los resultados son decepcionantes, pero sobre todo han revelado con sus advertencias el temor que les inspira el resurgir de un populismo a la derecha del partido que puede complicar mucho más las cosas. “Su ambición [la de Reform UK] es bloquear a los conservadores y ayudar a que Starmer llegue a Downing Street. Lo han dejado muy claro”, acusaba a sus rivales en la BBC el presidente del Partido Conservador, Richard Holden.
La verdadera bestia negra de los tories, sin embargo, no es el líder actual de Reform UK, Richard Tice, sino el propio Farage, que se prodiga en los medios durante los últimos meses y mantiene su popularidad entre el electorado que votó el Brexit. “Si veo una oportunidad realmente histórica de participar en las próximas elecciones generales y arrebatar un buen número de escaños al Partido Conservador, probablemente lo haré”, anunciaba esta madrugada para el terror de muchos tories.
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