Lluvia de misiles y drones. Grandes explosiones y el retumbar de las ventanas han despertado este viernes a muchos habitantes de Dnipró y de otras grandes ciudades de Ucrania obligándolos a buscar refugio, cuando se cumplen 674 días de guerra. Rusia ha lanzado esta madrugada un ataque masivo combinado con drones y varios tipos de misiles contra hospitales, escuelas, fábricas, centros comerciales, apartamentos y almacenes en Kiev, Járkov, Odesa, Zaporiyia, Lviv y Dnipró; grandes localidades lejos de la línea del frente de batalla donde la ciudadanía se ha instalado en una nueva normalidad. El ataque, uno de los mayores de este tipo desde que el Kremlin inició la invasión a gran escala, llega tres días después de que Ucrania destruyera un buque de guerra ruso en el puerto ocupado de Feodosia, en Crimea, otro gran golpe para la Armada rusa. Hay al menos 18 muertos y más de un centenar de heridos en todo el país. El presidente, Volodímir Zelenski, ha cifrado en 110 los misiles lanzados por Moscú sobre el territorio ucranio, además de drones. En total, 150 proyectiles. Las defensas aéreas han interceptado la mayoría de ellos, según el mandatario.
Tras la oleada de ataques, Polonia, miembro de la OTAN y de la Unión Europea, ha informado de que un misil de crucero ruso ha entrado en su espacio aéreo desde el lado de la frontera con Ucrania. El artefacto recorrió 40 kilómetros y estuvo menos de tres minutos sobre territorio polaco antes de cambiar de rumbo y volver a cielos ucranios. Así lo ha explicado el jefe del Estado Mayor del ejército polaco, Wieslaw Kukula, tras una reunión convocada por el presidente Andrzej Duda en la que han participado miembros del Gobierno de Donald Tusk y altos mandos militares. En noviembre de 2022, un misil de la defensa antiaérea ucrania que trataba de interceptar un ataque ruso cayó en Polonia y acabó con la vida de dos personas en la localidad de Przewodów. En abril de este año, se localizaron restos de un misil ruso que se había precipitado en un bosque del centro del país en diciembre de 2022.
“Rusia está hoy luchando con casi todo lo que tiene en su arsenal”, ha asegurado Zelenski en las redes sociales. El Kremlin ha golpeado durante varias horas el territorio ucranio con misiles hipersónicos, de crucero y balísticos, incluido el X-22, que son extremadamente difíciles de interceptar, según ha asegurado el portavoz de la Fuerza Aérea de Ucrania, Yuriy Ihnat, en la televisión ucrania. “Nunca se han visto tantos lugares atacados simultáneamente”, ha añadido Ihnat. Si el recuento de Zelenski se confirma, el bombardeo de este viernes sobre seis grandes ciudades sería el mayor de estas características desde que Rusia lanzó la invasión a gran escala sobre Ucrania el 24 de febrero de 2022. El anterior más potente se registró en noviembre de 2022, cuando las fuerzas de Moscú lanzaron 96 misiles sobre territorio ucranio.
El primer ministro ucranio, Denis Shmyhal, asegura que Rusia ha apuntado a infraestructura civil y esencial en un episodio similar al del año pasado, cuando Moscú trató de dejar sin luz y calefacción a millones de personas en pleno invierno. Rusia también ha alcanzado instalaciones militares, como una fábrica de piezas de aparatos aéreos y piezas de misiles en la capital, Kiev.
En Dnipró, uno de los bombardeos ha dañado un centro comercial, varios bloques de apartamentos y casas y una maternidad, donde 12 mujeres se han tenido que resguardar en el refugio del hospital y cuatro recién nacidos han sido evacuados al activarse las alertas. En el hospital, casi todos los cristales se han roto. En el patio de uno de esos bloques de pisos dañados, cerca del centro comercial, las autoridades han instalado una pequeña carpa donde se agolpan los vecinos. Es una mañana particularmente gris. Liudmila Sergueyeva, de 68 años, se acurruca en su abrigo gris y espera para informar a quienes atienden en la carpa de que su apartamento es uno de los afectados. “Ya no hay cristales, está todo roto”, se lamenta. Cuenta que se preparaba para recibir esta tarde a su hija y sus tres nietos, para celebrar el Año Nuevo. “¿Ahora qué haremos?”, dice.
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El bombardeo del Kremlin contra esta ciudad del centro de Ucrania, un gran nudo de comunicaciones y vital para la logística, ha matado a cinco personas y ha causado más de una veintena de heridos, según la alcaldía. A solo unas pocas calles, en una peluquería, dos mujeres esperan su turno. Rusia ha lanzado al menos 7.400 misiles desde que comenzó la invasión a gran escala (una media de 11 al día) y la ciudadanía trata de resistir y sobrevivir instalada en nuevas rutinas.
El ataque ruso de este viernes ha cubierto casi toda Ucrania, desde Járkov —antes de la guerra a gran escala, la segunda ciudad ucrania más poblada—, al este y a menos de 40 kilómetros de Rusia, hasta Lviv, en el oeste, a 70 kilómetros de Polonia. En Járkov, el ataque ha causado daños en un hospital y varios edificios residenciales, según el gobierno local.
En Kiev, la capital, siete personas han resultado heridas por los restos de proyectiles interceptados por la defensa aérea ucrania, según el alcalde, Vitali Klitschko, que asegura que hay tres personas atrapadas entre los escombros de un almacén afectado por el bombardeo. Klitschko ha asegurado en su canal de Telegram que una estación de metro que servía como refugio antiaéreo también ha sido atacada.
En Lviv, muy lejos del frente y considerada una de las ciudades más seguras, una persona ha muerto y hay varios heridos como consecuencia de los ataques de esta madrugada, según las autoridades locales. En la ciudad portuaria de Odesa, se han registrado dos muertos y al menos 15 heridos, incluidos niños, como consecuencia de los bombardeos, que han afectado a edificios residenciales. Ucrania ha mejorado mucho en los últimos tiempos sus defensas aéreas gracias a la ayuda occidental, pero aún quedan rendijas, sobre todo vulnerables a la lluvia combinada de misiles y drones. Hoy esta violenta tormenta masiva ha abrumado a las defensas aéreas, que han interceptado 114 de 158 misiles y drones, según Kiev.
El ataque ruso de este viernes llega cuando el país invadido se prepara para festejar el Año Nuevo, una de las grandes celebraciones tradicionales, casi más importante que la Navidad. Se produce también tras la destrucción con una ofensiva aérea ucrania del buque de desembarco ruso Novocherkassk, en la ocupada Crimea, el enésimo golpe a la Armada rusa, y un día después de que Estados Unidos aprobase otro paquete de ayuda militar a Kiev por unos 200 millones de euros con material de defensa aérea, munición y armas antitanque.
Ese paquete de Washington es el último disponible para Ucrania hasta que el Congreso apruebe más, algo que no es sencillo, ya que las conversaciones están paradas. Washington tiene bloqueados unos 50.000 millones de euros por las luchas políticas internas (sobre todo por los republicanos), y parte de esos fondos podría destinarse a material de defensa. La UE aspira a aprobar otro paquete de 50.000 millones de euros, por ahora vetado por Hungría, destinado a mantener a flote el Estado y que se destinaría, sobre todo, a la Administración.
El alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, uno de los principales arquitectos de los planes de la Unión para suministrar ayuda militar a Kiev, ha condenado los ataques “cobardes e indiscriminados” de Rusia y ha asegurado que el club comunitario mantiene su compromiso de apoyar a Kiev. El Gobierno de Zelenski está preocupado por el menguante apoyo occidental y ha advertido a sus aliados a través de un informe del estado de sus presupuestos de que si el salvavidas financiero prometido no llega, se puede ver abocado a dejar de pagar a unos dos millones de funcionarios y sin ayudas sociales a más de un millón de personas, como adelantó EL PAÍS.
Los avances parecen estancados en el campo de batalla y la guerra se ha convertido en una lucha de posiciones después de que la contraofensiva ucrania no lograse los objetivos deseados. El ejército ucranio quiere recibir más armas y más sofisticadas; también más munición. Kiev reclama una nueva conferencia de donantes.
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